28/3/11

XXXVII SUBIDA A GORLA DIEZ AÑOS DEL RÉCORD DE CONTADOR



"Alberto era puro nervio"

EN LA SUBIDA A GORLA (HOY, 10.00 HORAS) DE HACE UNA DÉCADA ESTRENÓ CONTADOR SU PALMARÉS AMATEUR; ESTABLECIÓ UN RÉCORD QUE AÚN PERDURA

BILBAO
quién tenéis este año para ganar? ¿A este? Un poco crío, ¿no?". Santiago Ayustuy, exprofesional del KAS, se había acercado aquel mediodía -18 de abril de 2001- a la esquina donde calentaban los chicos del Iberdrola. Le atraía el zumbido de un enjambre. El canto eléctrico de los clásicos rodillos de tres piezas. Salían chispas de las piernas delgaditas, imberbes, los músculos de leche, de los niños del vivero de Manolo Saiz, el equipo que mejor había descodificado la manera de asaltar el trono de la Subida a Gorla -hoy, 90 kilómetros, a partir de las 10.00 horas-, la quintaesencia de las pruebas para los escaladores efervescentes. Era tan simple como espectacular: un kilómetro urbano y llano y 7,5 de subida, desde Bergara hasta la cima. Un ejercicio sublime de explosividad.
Iberdrola había ganado los últimos años con Joseba Arregi (1996), Juanma Garate (1998 y 1999) y Joaquim Rodríguez, Purito (2000). El récord de la escalada era, además, de Garate: 20:33. "Por eso se acercó Santi hasta nosotros", rescata Peio Garaialde, director entonces del equipo guipuzcoano, que había señalado a uno de los chavales que sudaban la gota gorda sobre el rodillo. Se llamaba Alberto Contador. Poco o nada se sabía entonces de él.
El nombre les sonaba a algunos. A Jon Gil, seleccionador vizcaino que un año antes se había atrevido a incluir a un tal Igor Antón, un chico tímido de Galdakao, fibroso, pequeño, escalador, en el combinado juvenil para correr la Vuelta al Besaya pese a ser aún de primer año. "Contador, del que se hablaba mucho en juveniles, no hizo buena carrera en Besaya", suele recordar Gil. "No ganó nada, es cierto", confirma Antón, "pero estaba todo el día escapado". El vizcaino de Euskaltel suele definir a aquel chico madrileño como un tirillas al que apodaban Pantani por su facilidad para la escalada. No ganaba, pero era un ángel. Alado. En su segundo año juvenil se llevó cuatro carreras y quince grandes premios de montaña.
"Andaba más, o al menos ganaba más, Jesús Hernández, el que es su amigo y gregario en el Saxo Bank. Vinieron los dos juntos al Iberdrola. Hernández era la sensación en juveniles", repesca Garaialde.
Cuando los chavales, embutidos en el buzo rosa y negro del Iberdrola en la mañana fría y gris de Bergara, se bajaron del rodillo, eran pólvora caliente. Salieron. El disparo. Contador, que en los entrenamientos previos había asombrado a Garaialde porque se había acercado al tiempo que Garate había establecido en 1998, subió como un sputnik, asfixió a Jonathan González, Jon Bru y Antton Luengo e instauró un nuevo registró que aún hoy perdura: 20:30. Fue el Big Bang de Contador.
Reinó la incredulidad en la cima. Un niño, 18 años y tres meses, había ganado Gorla. Incrédulo estaba incluso Garaialde, que amarró las piernas de Contador hasta la última herradura. Allí, le gritó: "Ahora, Alberto, ahora". Fue el rayo que anuncia el trueno. El chico salió zumbando. Se había estado conteniendo durante toda la subida, porque, dice el exdirector guipuzcoano, "así se gana en Gorla: aguantando hasta la última curva y saliendo de allí disparado". Todo medido. No era lo habitual en Contador.
"Alberto era puro nervio", traza Garaialde. En su primer año ganó solo la carrera de Gorla, pero hizo segundo en Urraki, donde llegó de la mano de su amigo Jesús Hernández. "Si hubiese dominado sus impulsos, habría ganado más, pero entonces se habría traicionado a sí mismo". Contador era ya entonces un ciclista enormemente visceral, incansable, agotador. "En las carreras del Lehendakari era un alucine", cuenta Garaialde. "Lo primero que nos sorprendió de él fue su capacidad de recuperación. Tenía una facilidad para cambiar de ritmo increíble e innata. Arrancaba, le cogían, paraba y volvía a arrancar. Podía hacerlo constantemente. No se cansaba". En la carrera de Muxika de ese año Garaialde pudo contar hasta 50 ataques del de Pinto. Aceleraba cada tres kilómetros. "Había que decirle que se tranquilizara, pero él, que no. Y venga a atacar. Era testarudo. Al final, le dejabas porque era joven y así, al menos, aprendía y maduraba".
De Contador manaba ya el aroma de lo especial. "Hay ciclistas que se ve que son buenos y ciclistas que son especiales. Alberto era de los segundos. Explosivo, escalador, con chispa y recursos... Era genial".
A las cualidades físicas de Contador, su estructura física de espiga, delgadito, enclenque, poca cosa, se sumaba una mentalidad arrolladora. "La forma de ser de Alberto no concordaba con su físico. Quiero decir que parecía débil, muy vulnerable, pero era duro, durísimo, como ahora. Contador es el tipo más duro que he conocido. Cuando lo de Armstrong en el Tour, sabía que si alguna persona podía soportar esa presión, esa era él".
Entonces se decía que si para estudiar había que ir a la universidad, para ser profesional había que viajar a Euskadi. Como fuese. Contador llegaba cada fin de semana desde su casa de Madrid al piso que Iberdrola tenía en Azpeitia a veces en coche y otras, en autobús. Nunca protestaba. "Es más", abunda Garaialde, "se sentía enormemente feliz por todo. Desde la primera concentración desbordaba ilusión. Quería ser ciclista. Ese era su sueño, su único objetivo en la vida. Su voluntad era a prueba de bombas".
Gorla fue la primera victoria de Contador en Euskadi. La única en 2001. "Pero ese año aprendió mucho". El segundo despegó. "Dio un salto importante". Ganó siete carreras. Entre ellas el Estatal de línea. Y el de contrarreloj. Manolo Saiz lo reclutó para la Once.

fuente: Deia.com    ALAIN LAISEKA


3 comentarios:

Albertito dijo...

Uffffffff!!!!!!!!!, que emotivo, Así se hace un GRANDE!!!!!, mejor dicho dos, Alberto y Jesús.

tritata dijo...

eso es lo que siempre advierto cuando veo una carrera de Alberto,es un cuerpo hecho al ciclismo,para generar ciclismo,no sé cómo explicarlo.
Pero es q se sigue viendo eso,como pedalea,como escala de una forma tan natural,parece q nunca hubiese tenido q entrenar,no sé es bonito verlo....10 años después sigue siendo inexpicable y esa magia produce tanta incredulidad q hay q cargarselo como sea,q pena....
deberíamos mantener siempre la ilusión de niños y dejarnos envolver por todo esto sin buscar más explicaciones.
Felicidades Alberto!

pakito dijo...

quiero confiar que todo saldra bien.